1.-
¿Qué es el aloe vera?
2.- ¿Cómo
se cultiva y se cuida?
3.- Composición
química y principios activos
4.- Aplicaciones
y usos terapeuticos
5.- El aloe
vera en la Historia
1.- ¿Qué es el aloe vera?
Por su aspecto el aloe parece un cactus,
pero en realidad pertenece a la familia de las liliaceas,
como el ajo, el lirio, el espárrago o el tulipán. Es una
especie de las llamadas suculentas, es decir, que contiene
una gran cantidad de jugo. Precisamente ese succus cargado
de extraordinarias propiedades es el que la convierte en
la indiscutible reina de las plantas medicinales.
Ya en 1950 Reynolds describió en un estudio alrededor de
250 tipos de aloes distintos. Un nuevo recuento realizado
en 1998 arrojaba la cifra de 340 especies. La hibridación
por polinización o por manipulación humana es constante,
por lo que el número de nuevas especies no para de aumentar.
De entre todos los aloes sólo algunos poseen propiedades
terapéuticas (aloe vera barbadensis, aloe arborescens, aloe
feroz, aloe chinensis, aloe socotrina, aloe vulgaris…).
Aquí nos referiremos al Aloe Barbadensis Miller,
también conocido como aloe vera (verdadero aloe), especie
que por sus extraordinarias cualidades centra la mayoría
de los estudios, y de la cual se han constatado mediante
multitud de ensayos y análisis bioquímicos que posee un
cóctel de moléculas activas que interacctuan sinérgicamente
y resultan esenciales para la prevención y curación de numerosas
enfermedades y dolencias.
El aloe es una planta que crece espontáneamente en las zonas
rocosas y áridas, normalmente entre los 600 y 1800 m de
altitud. Es muy común en África (de donde procede), especialmente
en Provincia del Cabo (Sudáfrica) y en las montañas del
África tropical; también podemos encontrarlos en el Caribe,
Centro y Sudamérica, China, Tailandia, Camboya, Pakistán
y en algunas regiones de Estados Unidos (Texas, Florida…).
El aloe es una planta herbácea y perenne, de hojas grandes,
alargadas y suculentas, cóncavas y planas en la parte superior,
y convexas en la inferior, generalmente dentadas y espinosas.
La encontramos dispuesta en roseta o mata, con tallo o sin
él. Su inflorescencia parte de una espiga compuesta por
varios racimos largos recubiertos por un gran número de
flores pequeñas y coloridas, normalmente amarillas, rojas
o naranjas. Su cualidad de planta xerófila la vincula a
suelos áridos, bien drenados y con ligeros desniveles, aunque
también pueden crecer en tierra fértil sin riego, siempre
que un talud y un buen drenaje permitan la eliminación del
agua sobrante.
Es, como todas las liliáceas, fanerógama, es decir, posee
flores y por lo tanto puede reproducirse mediante semillas.
No obstante, al crecer en climas adversos y en condiciones
difíciles ha desarrollado la cualidad de producir clones,
pequeños retoños que nacen a partir de la planta madre por
el método conocido como vegetativo.
Como ya hemos dicho el aloe es un planta suculenta, y como
tal se encuentra en las regiones semidesérticas, donde las
precipitaciones son escasas y la humedad del suelo baja.
Para resistir la sequía el aloe ha desarrollado una serie
de características específicas con las que solventar sus
problemas. Para ello posee una compleja y eficiente red
de pequeñas raíces que absorben rápidamente la humedad.
Sus tejidos celulares son esponjosos y blandos para almacenar
mejor el agua y evitar que se evapore, contienen un mucílago
(sustancia vegetal que tiene la propiedad de absorber el
agua y retenerla) que alimenta a la planta y facilita la
fotosíntesis. Otra característica que favorece la retención
de agua son los estomas, pequeños orificios situados en
la superficie de las hojas que abren para realizar el intercambio
gaseoso que origina la fotosíntesis, y se cierran cuando
dicha función ha sido realizada, evitando así la evaporación.
Una particularidad del aloe vera es que, a diferencia de
la mayoría de las plantas, utiliza el día para la absorción
de anhídrido carbónico, mientras que por la noche expulsa
oxígeno.
Es muy común confundir los aloes con los ágaves, conocidos
comúnmente como pitas. A diferencia de los aloes los agaves
son duros y fibrosos, con espinas más fuertes y agudas,
sólo florecen una vez a lo largo de su vida y sus hojas
jóvenes no se agrupan de forma cónica.
2.- ¿Cómo se cultiva y se cuida?
El aloe es una planta que soporta bien el
frío, pero no la humedad. Por eso es importante cultivarla
en un terreno con fácil drenaje, en maceta o directamente
en el suelo. Si plantamos en maceta esta no debe ser demasiado
grande, pues la raíces proliferarían en detrimento de las
hojas, como referencia podemos tomar la longitud de la hoja
de aloe dividida entre dos para calcular el diámetro de
la maceta, es decir, si la hoja mide 30 cm, el tiesto debe
tener 15 cm de diámetro. Es importante elegir una arena
con un pH ligeramente ácido, pues los suelos demasiado alcalinos
retrasan el crecimiento del aloe.
Si la planta está en el exterior es importante que reciba
viento moderado para que su tallo se fortalezca, aunque
hay que evitar que sus hojas se mojen demasiado por efecto
de la lluvia o el riego, si esto ocurre es preciso secarlas
para que no se pudran. Si es de interior lo mejor es que
reciba luz intensa pero filtrada y que esté oriente al sur
o al este.
El aloe prospera mejor cuando no sufre cambios bruscos de
temperatura y esta oscila entre 20 y 25 ºC.
La mejor época para sembrar es la primavera, cuando el ciclo
vital de la planta es más activo, si elegimos sembrar sobre
suelo lo mejor es hacerlo en terrenos ligeramente inclinados
o pequeños taludes, para que pueda drenar el exceso de agua
que reciba de la lluvia o el riego. Si plantamos en maceta
hay que poner en el fondo del tiesto dos dedos de gravilla
para asegurar el buen drenaje. La siembra debe hacerse a
partir de acodos o clones, estos se extraen fácilmente de
la planta madre, ya que el aloe posee raíces poco profundas
y basta extraer el acodo de la tierra con ayuda de un cuchillo.
Conviene dejar el acodo unos días antes de plantarlo en
una maceta independiente, la extraordinaria capacidad de
cicatrización del aloe lo mantendrá en buen estado hasta
que sea transplantado. Conviene que el clon que vamos a
transplantar tenga al menos 20 cm de longitud para que pueda
prosperar con garantías. Es conveniente cambiar la maceta
una vez al año y añadir algún fertilizante para que la planta
tenga un ritmo de crecimiento óptimo. Tras el trasplante
hay que regar el aloe abundantemente y dejarla en un lugar
cálido para que las raíces se asienten con solidez. Una
vez que alcance su estado adulto (a partir de los 3 años)
sería suficiente con usar fertilizante una o dos veces al
año.
El aloe debe regarse poco, aunque en profundidad. Al tratarse
de una planta xerófila, si la tenemos en tierra no suele
necesitar riego durante el invierno y en verano basta con
regarla una vez al mes. Si el aloe está en maceta el riego
varía según el mes del año, en invierno suele bastar una
vez al mes, en primavera y otoño dos veces al mes y en verano
una vez por semana. Para saber si necesita agua podemos
hundir el dedo hasta el nudillo y si sentimos humedad en
la yema del dedo es que la planta no requiere agua, si lo
notamos seco la planta necesita ser regada.
Es preferible usar agua de lluvia o filtrada, pues es común
que el agua del grifo esté fluorada o tenga un alto contenido
en cloro, lo que podría retrasar el crecimiento de la planta.
Si nuestro aloe no prospera adecuadamente es conveniente
observar los siguientes síntomas:
- Si las hojas son demasiado delgadas y replegadas al interior
la causa más probable es falta de riego, si la planta está
en interior hay que considerar que las calefacciones resecan
mucho el ambiente y quizá requiera un aporte de agua extra.
- Cuando las hojas tienden demasiado a la verticalidad es
muy probable que los retoños (si existen) estén absorbiendo
parte de los nutrientes que necesita la planta madre, con
lo que habría que trasplantarlos. También puede deberse
a que la plante recibe poca luz y habría que ponerla en
un lugar más soleado.
- Cuando las hojas se doblan formando pliegues existen tres
causas probables: exceso de agua, que la plante se encuentra
en su fase de reposo, o bien que planta necesita una temporada
en el exterior para ser expuesta al viento y que sus hojas
se fortalezcan.
- Si el color de las hojas se oscurece lo más probable es
que la causa sea el exceso de luz directa. - Si aparecen
manchas en las hojas es muy probable que sea a causa del
flúor que contiene el agua del grifo, en ese caso habría
que usar agua filtrada.
- Cuando el crecimiento de la planta es muy lento se puede
deber a diversas causas: demasiados fertilizantes, agua
y/o suelo muy alcalinos, demasiado riego, demasiados retoños
junto a la planta madre, maceta demasiado grande o demasiado
pequeña (recordar la fórmula de diámetro de la maceta=1/2
de longitud de las hojas).
- Si las hojas se despegan o pudren en la base puede deberse
a un parásito (poco común) o al exceso de riego. Pese a
todo el aloe es una planta bastante resistente y con gran
capacidad de adaptación, si cuidamos no excedernos con el
riego, le proporcionamos una luz adecuada y una maceta de
un tamaño idóneo, retiramos los retoños cuando sus hojas
llegan a los 20 ó 25 cm, cambiamos la arena y la abonamos
una vez al año, lo más probable es que prospere sin problemas
y podamos usarla aprovechando todos sus principios activos.
Es importante resaltar que para que estos sean realmente
efectivos la planta a de tener al menos tres años.
3.- Composición química
y principios activos
COMPOSICIÓN
QUÍMICA DEL ALOE VERA
No
es fácil encontrar
en la naturaleza una planta que reúna tantas propiedades
beneficiosas para la salud en general y para la piel en
particular. Hasta el momento se han descrito más de 200
sustancias contenidas en el aloe vera que mejoran el funcionamiento
cotidiano de nuestro organismo, entre las que destacan:
AGUA
Como
todas las suculentas el aloe concentra un altísimo porcentaje
de agua en su interior, de hecho el 95,5% de la planta está
compuesta de agua y sólo el 5% de otros componentes sólido.
Esto hecho es crucial para explicar el sorprendente poder
terapéutico del aloe, pues el agua es el vehículo idóneo
en el que se disuelven el resto de las sustancias biológicamente
activas
VITAMINAS
Son
compuestos orgánicos vitales para el funcionamiento normal
de nuestro organismo. Su aporte debe ser a través de la
ingesta de plantas, que las sintetizan (a excepción de la
vitamina D, que podemos producirla). Las 13 vitaminas conocidas
pueden dividirse en dos grandes grupos: hidrosolubles (B
y C), que se disuelven en agua, se absorven fácilmente y
no se acumulan en el organismo, y liposolubles (A, D y E),
que se disuelven en grasas; pueden acumularse en el hígado
para responder a necesidades especiales y su exceso puede
provocar una hipervitaminosis, dañina para la salud.
Vitamina
A: También es conocida con el nombre de retinol (debido
a que genera los pigmentos de la retina la retina). Se trata
de un potente regenerador celular, ideal para terapias contra
la psoriasis o el acné. Mejora la visión y previene el envejecimiento
prematuro. Favorece a su vez el crecimiento de los tejidos,
en particular de los la piel, los ojos y las mucosas. Proviene
de fuentes animales como los huevos, la carne, la leche,
el queso, la crema, el hígado, el riñón y el aceite de hígado
de bacalao. Son alimentos con un alto contenido en grasas
saturadas y colesterol, por lo que no conviene abusar. El
organismo es capaz de convertir el betacaroteno (presente
en la zanahoria, la calabaza, la batata o camote, el melón,
el calabacín, el cantalupo, la toronja, el albaricoque,
el brócoli, la espinaca y la mayoría de las hortalizas de
hoja verde) en retinol, así que también podemos obtener
esta vitamina sin consumir colesterol ni grasas saturadas.
La deficiencia de vitamina A puede aumentar la susceptibilidad
a enfermedades infecciosas y problemas de visión. El consumo
de grandes dosis de esta vitamina puede causar defectos
congénitos. La cantidad diaria recomendada de vitamina A
es de 5000 unidades internacionales (UI) para los adultos
y de 1000 a 3000 UI para los niños.
Vitamina
B1: Se conoce también con el nombre de tiamina. Protege
el sistema nervioso, estimula la actividad cardiaca y facilita
la digestión. ayuda a las células del organismo a convertir
carbohidratos en energía. La tiamina se encuentra en los
panes fortificados, cereales, pasta, granos enteros (especialmente
gérmen de trigo), carnes magras (especialmente cerdo), pescado,
granos secos, fríjoles y granos de soja. Una deficiencia
de tiamina puede causar debilidad, fatiga, sicosis y daño
a los nervios. La deficiencia de tiamina se da con más frecuencia
en alcohólicos, ya que el consumo excesivo de licor limita
la capacidad del organismo para absorber esta vitamina de
los alimentos.
Vitamina
B2: O riboflamina. Facilita la trasformación del alimento
en energía. Combate la anemia gracias a que favorece la
absorción del hierro y mejora el cabello, las uñas y la
piel. Produce glóbulos rojos y en la liberación de energía
de los carbohidratos. La carne magra, los huevos, las legumbres,
las nueces, las verduras, la leche y sus derivados suministran
la riboflavina en la dieta. Los panes y los cereales a menudo
se encuentran fortificados con riboflavina. Se recomienda
no almacenar los alimentos que la contengan en recipientes
de vidrio expuestos a la luz, ya que ésta la destruye. Los
síndromes de deficiencia de mayor importancia son los que
se caracterizan por dolor de garganta, inflamación de las
membranas mucosas, boca y/o labios adoloridos, anemia y
dermatitis.
Vitamina
B3: O niacina. Efectivo desitoxicante; también contribuye
a la reducción del colesterol, pues participa en la síntesis
de las grasas. La niacina participa en las reacciones que
generan energía gracias a la conversión bioquímica de hidratos
de carbono, grasas y proteínas. Se encuentra principalmente
en la levadura, el hígado, las aves, las carnes sin grasa,
la fruta seca y las legumbres. El triptófano, precursor
de la niacina se encuentra abundantemente en la carne, la
leche y los huevos.
Vitamina
B5: También conocida como ácido pantoténico. Estimula la
regeneración celular, protege la piel y el cabello y es
un poderoso hidratante. Interviene como componente del coenzima
A y de otras moléculas importantes. Esta vitamina se utiliza
en el tratamiento de las alopecias, enfermedades de las
uñas y calambres del embarazo. No se encuentra en ningún
alimento de origen vegetal. La falta de ácido pantoténico
puede provocar infertilidad e insuficiencia adrenal, aumento
de fatiga y estrés, caída del cabello, heridas y úlceras
cutáneas y alteraciones en la sensibilidad de los pies.
Se encuentra sobre todo en huevos de ave y de pescado, hígado,
riñón, lácteos y levadura.
Vitamina
B6: O Piridoxina. Ejerce un efecto beneficioso sobe el sistema
inmunológico, facilitando las conexiones entre el sistema
nervioso central y el periférico. Esta vitamina ayuda a
mantener la función normal del cerebro y actúa también en
la formación de glóbulos rojos. Asimismo, la vitamina B6
se requiere en las reacciones químicas necesarias para digerir
las proteínas y por lo tanto, cuanto mayor sea el consumo
de proteínas, mayor será la necesidad de vitamina B6. La
vitamina B6 en grandes dosis puede causar trastornos neurológicos
e insensibilidad. La deficiencia de esta vitamina puede
ocasionar úlceras en la boca y la lengua, al igual que irritabilidad,
confusión y depresión. La vitamina B6 se encuentra en los
fríjoles, las nueces, las legumbres, los huevos, la carne,
el pescado, los granos integrales, al igual que en los panes
y cereales enriquecidos.
Vitamina
B9: O ácido fólico. Combate la anemia y previene malformaciones
fetales y tumores. También ayuda al cuerpo (junto a la vitamina
C y B12) a digerir y utilizar las proteínas y sintetizar
las proteínas nuevas cuando se necesiten. Es necesario en
la producción de glóbulos rojos y en la síntesis del ADN
(que controla los factores hereditarios y se utiliza para
guiar la célula en sus actividades diarias). El ácido fólico
también colabora con la función celular y en el crecimiento
de los tejidos. Además, ayuda a incrementar el apetito cuando
es necesario y estimula la formación de ácidos digestivos.
La deficiencia de ácido fólico puede causar retraso en el
crecimiento, encanecimiento del cabello, inflamación de
la lengua (glositis), úlceras bucales, úlcera péptica y
diarrea. También puede llevar a ciertos tipos de anemias.
Por lo general, no se presenta toxicidad con el consumo
de cantidades excesivas de ácido fólico, ya que éste es
hidrosoluble y el cuerpo lo excreta con regularidad. Se
encuentra en hortalizas, granos integrales, legumbres, cítricos,
carne e hígado.
Vitamina
B12: O cobalamina. La vitamina B12, al igual que las otras
vitaminas del complejo B, desempeña un papel importante
en el metabolismo, ayuda a la formación de glóbulos rojos
en la sangre y al mantenimiento del sistema nerviosos central.
Favorece la concentración y la memoria, también previene
la anemia y ejerce una función protectora en lesiones precancerosas
de pulmón, sobre todo en fumadores. Acelera la recuperación
de convalecientes y ancianos. Debido a que el cuerpo tiene
la capacidad de almacenar grandes cantidades de vitamina
B12, su deficiencia nutricional es sumamente rara. Sin embargo,
la deficiencia se puede presentar por la incapacidad de
utilizarla. Esta incapacidad para absorberla desde el tracto
intestinal puede ser causada por una enfermedad conocida
como anemia perniciosa. Además, los vegetarianos estrictos
que no toman cantidades adecuadas de vitamina B12 por medio
de suplementos también son susceptibles de padecer esta
deficiencia. Los bajos niveles de vitamina B12 pueden causar
anemia, así como entumecimiento y hormigueo en las extremidades,
además de otros síntomas neurológicos como debilidad y pérdida
del equilibrio. La vitamina B12 se encuentra en los huevos,
la carne, las aves, los mariscos y en la leche y sus derivados.
Vitamina
C: O ácido ascórbido. La vitamina C se requiere para el
crecimiento y reparación de tejidos en todas las partes
del cuerpo. Es necesaria para formar el colágeno, una proteína
importante utilizada para formar la piel, el tejido cicatricial,
los tendones, los ligamentos y los vasos sanguíneos. La
vitamina C es esencial para la cicatrización de heridas
y para la reparación y mantenimiento de cartílago, huesos
y dientes. También es uno de muchos antioxidantes, como
la vitamina E y el betacaroteno. Actúa además en la prevención
de tumores. La deficiencia de vitamina C puede llevar al
resecamiento y formación de horquilla en el cabello, gingivitis
(inflamación de las encías) y encías sangrantes; piel áspera,
reseca y descamativa; disminución de la tasa de cicatrización
de heridas; tendencia a la formación de hematomas; sangrados
nasales; debilitamiento del esmalte de los dientes; dolor
e inflamación de las articulaciones; anemia; disminución
de la capacidad para detener infecciones y posiblemente
aumento de peso debido a la baja tasa metabólica y bajo
gasto de energía. Una forma grave de deficiencia de vitamina
C se conoce como escorbuto, que afecta principalmente a
adultos de edad y desnutridos. El cuerpo no fabrica la vitamina
C por sí solo, ni tampoco la almacena. Por lo tanto, es
importante incluir muchos alimentos que contengan vitamina
C en la dieta diaria. La vitamina C es hidrosoluble y es
regularmente excretada por el cuerpo, por lo tanto, la toxicidad
es muy poco común. Sin embargo, no se recomiendan cantidades
superiores a 2000 mg/día, dado que tales dosis altas pueden
llevar a malestar estomacal y diarrea. Todas las frutas
y verduras contienen alguna cantidad de vitamina C. Los
alimentos que tienden a ser las mayores fuentes de vitamina
C son, entre otros: el pimentón verde, las frutas y jugos
de cítricos, las fresas, los tomates, el brócoli, los nabos
y otras verduras de hoja verde, la papaya, el mango, el
melón, la col de Bruselas, la coliflor, el repollo, el cidrayote,
los pimentones rojos, la frambuesa, los arándanos, la piña
y los arándano agrios.
Vitamina
D: O calciferon. Favorece la absorción de minerales en los
procesos de osificación. La vitamina D estimula la absorción
del calcio en el cuerpo, el cual es un elemento esencial
para el desarrollo y mantenimiento de dientes y huesos sanos.
El calcio también es importante para las células nerviosas,
incluyendo el cerebro. También ayuda a mantener los niveles
sanguíneos adecuados de calcio y fósforo. La deficiencia
de vitamina D puede llevar a que se presente osteoporosis
en adultos y raquitismo en niños. Las dosis excesivas de
vitamina D pueden hacer que aumente la absorción del calcio
desde el tracto intestinal, lo cual puede incrementar la
absorción del calcio de los huesos, llevando a niveles elevados
de este mineral en la sangre. Esto, a su vez, puede ocasionar
luego depósitos de calcio en los tejidos blandos como el
corazón y los pulmones, reduciendo su capacidad para funcionar.
La ingestión exagerada de vitamina D también puede ocasionar
cálculos renales, vómito y debilidad muscular. Se encuentra
en productos lácteos, cereales enriquecidos, pescados y
ostras.
Vitamina
E: O tocoferol. Potente regenerador celular y antioxidante.
Cuida y mejora la piel, así como el aparato cardiocirculatorio.
La vitamina E protege el tejido corporal del daño causado
por sustancias inestables llamadas radicales libres. Estos
radicales pueden dañar células, tejidos y órganos y se cree
que son una de las causas del proceso degenerativo que se
observa con el envejecimiento. También es importante en
la formación de glóbulos rojos y ayuda al cuerpo a utilizar
la vitamina K. Se encuentra en el germen de trigo, maíz,
nueces, semillas, aceitunas, espinacas, espárragos y aceites
vegetales.
SALES
MINERALES Y OLIGOELEMENTOS
El
aloe es rico en sales minerales y oligoelementos, entre
las que destacan:
Hierro:
Componente esencial de la sangre (a la que da el color),
previene la anemia. El hierro es parte de la hemoglobina
en los glóbulos rojos y la mioglobina en los músculos. El
papel de ambas moléculas es transportar oxígeno. El hierro
también integra muchas proteínas y enzimas en el cuerpo.
Si se mezcla algo de carne magra, pescado o carne de aves
con fríjoles o vegetales de hojas oscuras, puede mejorar
hasta tres veces la absorción de hierro de fuentes vegetales.
Los alimentos ricos en vitamina C también aumentan la absorción
de hierro. Algunos alimentos reducen la absorción de hierro:
por ejemplo, el té negro es una bebida aromática comercial
que contiene sustancias que se fijan al hierro y no permiten
que el organismo lo asimile. Los síntomas de reducción en
las reservas de hierro son entre otros: falta de energía,
dificultad para respirar, dolor de cabeza, irritabilidad,
vértigo y pérdida de peso, anemia. La hemocromatosis es
un trastorno genético que afecta la regulación de la absorción
de hierro. El tratamiento consta de una dieta baja en hierro,
ningún suplemento de hierro y la extracción de sangre (flebotomía)
realizada en forma regular. El exceso de reservas de hierro
en el organismo se conoce como hemosiderosis y proviene
del consumo excesivo de suplementos de hierro o de las transfusiones
sanguíneas, mas no del consumo elevado de hierro en la dieta.
Tienen especial riesgo de sufrir una carencia de hierro
las mujeres con exceso de menstruación, mujeres embarazadas,
corredores de largas distancias, vegetarianos estrictos,
adolescentes y personas con cualquier tipo de pérdida de
sangre por vía intestinal. Aportan hierro las legumbres,
cereales, huevos, marisco, verduras de hoja verde y carne.
Calcio:
El calcio es el mineral más abundante que se encuentra en
el cuerpo humano y representa entre de 1,5 a 2% del peso
corporal total de un adulto. Los dientes y los huesos contienen
la mayoría del calcio que se encuentra en el cuerpo (alrededor
del 99%). El calcio en estos tejidos se concentra en forma
de sales de fosfato de calcio. Los tejidos corporales, las
células nerviosas, la sangre y otros fluidos del cuerpo
contienen la cantidad restante de calcio. Previene la osteoporosis,
la artritis y otros problemas reumáticos, ayuda a la coagulación
de la sangre cuando es necesario y regula el ritmo cardiaco
y los impulsos nerviosos. El calcio es uno de los minerales
más importantes para el crecimiento, mantenimiento y reproducción
del cuerpo humano y es esencial en la formación y mantenimiento
de dientes y huesos sanos. Los huesos están siendo continuamente
reabsorbidos y reformados e incorporan el calcio a su estructura,
al igual que otros tejidos. Los dientes incorporan calcio
a su estructura de manera similar a la de los huesos. Además
de ayudar a mantener los dientes y huesos sanos, el calcio
tiene otras funciones. La coagulación de la sangre, la transmisión
de impulsos nerviosos, la contracción muscular, la relajación,
los latidos normales del corazón, la estimulación de la
secreción hormonal, la activación de las reacciones de las
enzimas, así como también otras funciones requieren pequeñas
cantidades de calcio. Normalmente, el incremento del consumo
de calcio durante períodos limitados no ocasiona efectos
tóxicos, ya que la orina y las heces fácilmente eliminan
cualquier exceso. Sin embargo, el consumo alto de calcio
se ha asociado con un incremento del riesgo de cálculos
renales en personas susceptibles a ellos. El consumo bajo
de calcio durante períodos de tiempo prolongados puede hacer
que se presente una deficiencia de calcio, condición que
lleva a la osteoporosis, la pérdida del hueso mandibular
y problemas de salud oral secundarios, hipertensión y otros
trastornos. Se encuentra en lácteos, verduras de hoja verde
y legumbres secas.
Fósforo:
El fósforo es un mineral que constituye el 1% del peso corporal
total. Se encuentra en todas las células del cuerpo, pero
los dientes y huesos contienen el 85% de la cantidad de
fósforo total del cuerpo. Combinado con el calcio favorece
la mineralización de los huesos y aporta vigor y energía
a los músculos. Este mineral cumple un papel muy importante
en la utilización de carbohidratos y grasas en el cuerpo,
en la síntesis de proteína para el crecimiento, al igual
que la conservación y reparación de células y tejidos. Asimismo,
es fundamental para la producción de ATP, una molécula que
el cuerpo utiliza para almacenar energía. El fósforo trabaja
con las vitaminas B y también participa en la contracción
de músculos, el funcionamiento de los riñones, la conservación
de la regularidad de los latidos del corazón y en la conducción
nerviosa. No existe una deficiencia conocida de fósforo
debido a que es un mineral de alta disponibilidad en los
suministros alimenticios. Los niveles excesivamente altos
de fósforo en la sangre, que son raros, se pueden combinar
con el calcio para formar depósitos en los tejidos blandos,
como los músculos. Estos casos ocurren solamente en personas
con daño renal severo o grave deterioro de sus mecanismos
de regulación del calcio. Se encuentra en almendras, ajos,
avena, maíz, lentejas, coles, lechuga, cebolla y manzana
entre otras.
Magnesio:
El magnesio cumple diversas funciones metabólicas y juega
un papel importante en la producción y el transporte de
energía. También es útil en la contracción y la relajación
muscular. Este mineral participa en la síntesis de las proteínas
y toma parte en el funcionamiento de ciertas enzimas en
el organismo. Los síntomas tóxicos producidos por el consumo
elevado de magnesio no son muy comunes debido a que el organismo
elimina las cantidades en exceso. Dicho exceso de magnesio
se produce casi siempre cuando se suministra como medicamento.
La deficiencia de magnesio es poco común y los síntomas
son, entre otros, debilidad muscular, fatiga, hiperexcitabilidad
y somnolencia. La deficiencia de magnesio puede afectar
a los pacientes alcohólicos o a las personas cuya absorción
de magnesio ha disminuido debido a una cirugía, quemaduras
severas o problemas con la mala absorción (absorción insuficiente
de nutrientes en el tracto intestinal). Asimismo, ciertos
medicamentos o niveles sanguíneos bajos pueden estar asociados
con la deficiencia de magnesio. Se encuentra en los productos
de soja, legumbres y semillas, nueces, albaricoques, aguacates,
plátanos.
Manganeso:
Es parte importante en la constitución de ciertas enzimas.
Su deficiencia produce pérdida de peso, dermatitis y náuseas.
Se cree que participa en funciones sexuales y reproductoras
y se encuentra principalmente en el hígado, huesos, páncreas
e hipófisis. Mejoran la musculatura y regulan el ritmo cardiaco.
También tienen propiedades calmantes y antidepresivas. Se
encuentra en cereales, legumbres y frutos secos (especialmente
las nueces).
Potasio:
Combate la hipertensión, mejora el rendimiento deportivo
y elimina residuos del organismo. El potasio es un mineral
que interviene tanto en las funciones eléctricas como celulares
del cuerpo y se lo clasifica como un electrolito. El potasio
es un mineral muy importante para el cuerpo humano, debido
a que cumple varios papeles en el metabolismo y funciones
corporales y esencial para el funcionamiento apropiado de
todas las células, tejidos y órganos: ayuda a la síntesis
de proteinas y carbohidratos, regula el equilibrio ácido
básico y es necesario para el crecimiento normal del cuerpo.
Una deficiencia de potasio (hipocaliemia) se puede presentar
en personas con ciertas enfermedades o como resultado del
consumo de diuréticos para el tratamiento de la presión
sanguínea alta o la insuficiencia cardíaca. Los diuréticos
probablemente son la causa más común de hipocaliemia. Los
problemas más comunes asociados con niveles reducidos de
potasio son cambios en el electrocardiograma, debilidad
y fatiga. Las arritmias cardíacas (latidos cardíacos irregulares)
también podrían ser una preocupación. Una gran variedad
de afecciones puede ocasionar la pérdida de potasio del
cuerpo, entre las cuales las más comunes son el vómito y
la diarrea. La enfermedad renal (como la insuficiencia renal
aguda) y la diabetes, dependiendo del estado de cada una
de ellas, también pueden ocasionar fluctuaciones en los
niveles de potasio. Además, muchos medicamentos como los
diuréticos, laxantes y esteroides pueden causar reducción
de los niveles de potasio. Se encuentra en verduras, frutas,
legumbres, levadura, frutos secos, carne, brócoli, tomate,
lechuga, perejil, bacalao, sardinas y chocolate.
Cromo:
El cromo es importante para el metabolismo de las grasas
y de los carbohidratos, y para estimular la síntesis de
los ácidos grasos y del colesterol, los cuales son relevantes
para las funciones cerebrales y otros procesos corporales.
El cromo es también un activador de varias enzimas, que
se requieren para dirigir numerosas reacciones químicas
necesarias en la vida. También es importante en el metabolismo
de la insulina. La deficiencia de cromo se puede manifestar
en un deterioro de la tolerancia a la glucosa. Se observa
en los ancianos con diabetes mellitus no insulinodependientes
y en los bebés con desnutrición proteico-calórica. Un suplemento
de cromo ayuda al manejo de estas condiciones, pero no es
un sustituto de otros tratamientos. Debido a la baja absorción
y a la alta tasa de excreción de cromo, su toxicidad no
es común. La mejor fuente de cromo es la levadura de cerveza,
también está en carne, huevos, hígado, manzanas, plátanos,
pimiento verde y espinacas.
Cobre:
El cobre es un oligoelemento esencial que está presente
en todos los tejidos del cuerpo. El cobre, al igual que
el hierro, contribuye a la formación de los glóbulos rojos
y ayuda al buen mantenimiento de los vasos sanguíneos, los
nervios, el sistema inmunólogico y los huesos. Buen antioxidante
y antiinflamatorio. Util contra la artritis y los trastornos
de la circulación. El cobre es tóxico en grandes cantidades.
Un trastorno hereditario muy raro, la enfermedad de Wilson,
ocasiona depósitos de cobre en el hígado, el cerebro y otros
órganos. El aumento de cobre en estos tejidos conduce a
hepatitis, problemas renales, trastornos cerebrales y otros
problemas. Se encuentra en vísceras tales como hígado y
riñones, también en mariscos, granos enteros, nueces, legumbres,
levadura y verduras de hoja oscura. Sodio: Regula el equilibrio
de los líquidos en el organismo. El sodio es un mineral
que ayuda a regular el volumen y la presión sanguínea. También
contribuye al funcionamiento apropiado de músculos y nervios.
La forma más común de sodio es el cloruro de sodio o sal
de cocina. Conviene no excederse con los alimentos ricos
en sal, pues el exceso de sodio puede aumentar la presión
arterial. Además, el sodio puede llevar a que se presente
retención de líquidos en los pacientes con insuficiencia
cardíaca congestiva, cirrosis o enfermedad renal. Estos
pacientes deben seguir dietas con restricción estricta de
sodio prescrita por el médico. Se encuentra además de en
la sal en anchoas de lata en aceite, bacon, aceitunas, queso,
carne y pescado.
Zinc:
El zinc es un oligoelemento importante que se encuentra
en segundo lugar después del hierro, por su concentración
en el organismo. Estimula el sistema inmunológico, es antiinflamatorio
y potencia el apetito sexual. Ayuda a combatir las infecciones
y acelera su curación. Se requiere para la actividad de
las enzimas, necesarias en la división y crecimiento de
las células, al igual que en la cicatrización de heridas.
Juega un papel importante en la agudeza de los sentidos
del olfato y del gusto; a la vez que también juega un papel
en el metabolismo de los carbohidratos. Los síntomas asociados
con la deficiencia del zinc incluyen: crecimiento lento,
disminución del apetito, pérdida de cabello, aumento de
infecciones y lesiones en la piel. El zinc es uno de los
oligoelementos menos tóxicos. Los suplementos de zinc en
grandes cantidades (por ejemplo, de 70 a 100 veces las cantidades
recomendadas) pueden causar diarrea, cólicos abdominales
y vómito que se presentan en el lapso de tres a diez horas
después del consumo del suplemento. Pero los síntomas disminuyen
en un corto período de tiempo después de la interrupción
del consumo. El zinc se encuentra en la carne roja magra,
los moluscos, leche, yogures, levadura de cerveza, cereales,
huevos, semillas y nueces.
Selenio:
El selenio es un oligoelemento esencial que integra las
enzimas, las cuales son determinantes para el control de
numerosas reacciones químicas involucradas en las funciones
cerebrales y corporales. El selenio tiene diversas funciones.
La principal es su papel como agente antioxidante en la
enzima selenio-glutatión peroxidasa. Esta enzima neutraliza
el peróxido de hidrógeno, el cual es producido por algunos
procesos celulares y que, de no ser por ésta, causaría daño
a las membranas celulares. También parece estimular la formación
de anticuerpos como respuesta a las vacunas y puede brindar
protección contra los efectos tóxicos de los metales pesados
y otras sustancias. Puede contribuir a la síntesis de las
proteínas, al crecimiento y desarrollo y a la fertilidad,
especialmente en los hombres, ya que se ha demostrado que
el selenio aumenta la producción de semen y la motilidad
de los espermatozoides. La deficiencia del selenio se puede
presentar también en pacientes alimentados por vía intravenosa
durante largos períodos de tiempo. Se ha reportado que la
causa de la enfermedad de Keshan es la deficiencia de selenio,
lo cual ocasiona una anomalía en el músculo cardíaco. Dicha
enfermedad cobró la vida de muchos niños en la China, hasta
que se descubrió su relación con el selenio y se lo comenzó
a suministrar en los suplementos. Los niveles elevados de
selenio pueden llevar a la toxicidad en el ganado que pasta
en suelos ricos en este elemento, ocasionando en los animales
problemas musculares, visuales y del corazón. No se conoce
la cantidad de selenio suficiente para ocasionar toxicidad
en los seres humanos; pero el exceso en su consumo puede
causar problemas con la resistencia de los dientes y el
esmalte dental. Otros problemas pueden ser la pérdida de
los dientes, el cabello y las uñas y se puede presentar
también inflamación de la piel, náusea y fatiga. El pescado,
los mariscos, las carnes rojas, los granos, los huevos,
el pollo, el hígado y el ajo son todos buenas fuentes de
selenio. La cantidad de selenio en los vegetales depende
del contenido del mismo elemento que tenga el suelo. La
levadura de la cerveza y el germen de trigo son también
fuentes de selenio y son considerados 'alimentos sanos'.
Silicio:
Este oligoelemento cumple la importante función de estimular
las células que participan en la formación de huesos y cartílagos,
por lo que puede resultar beneficioso para combatir la osteoporosis.
Además, es aconsejable incluir de forma habitual alimentos
ricos en silicio en la dieta de personas que hayan sufrido
una fractura ósea, en especial en ancianos, ya que en ellos
el proceso de cicatrización del hueso es más lento. El silicio
también está presente en cantidades importantes en otros
tejidos del cuerpo como el pelo, la córnea, los tendones,
la piel o las arterias. En el caso de estas últimas se piensa
que el silicio juega un papel significativo en la salud
vascular, ya que las arterias endurecidas presentan una
cantidad de este mineral quince veces menor que las sanas.
El refinado de los alimentos es una de las principales causas
de deficiencia de silicio en la dieta ya que gran parte
de este oligoelemento está presente en la cáscara de los
cereales, porción que se elimina durante el refinado. El
déficit de silicio podría provocar no solo alteraciones
en huesos y cartílagos, sino también falta de elasticidad
en la piel y caída del cabello. Este mineral abunda sobre
todo en los cereales integrales.
Germanio:
En su forma orgánica cada átomo de germanio está ligado
a tres de oxígeno, de ahí que contribuya a aumentar la absorción
de oxígeno por las células corporales. Esto es de vital
importancia, pues incluso las células cancerosas pueden
recuperar su estado normal cuando se les aumenta su capacidad
de absorción de oxígeno en la sangre, ya que dichas células
no pueden metabolizar adecuadamente el oxígeno.El germanio
es pues un agente antitumoral. Participa asimismo en la
eliminación de desechos celulares, y posee una acción antioxidante
y estimulante del sistema inmunitario, siendo capaz de estimular
la producción de gamma-interferón, tanto en animales como
en seres humanos, sin efectos laterales ni toxicidad. Su
absorción se realiza en el intestino delgado, no se almacena
en el organismo por lo que no es tóxico siempre que hablemos
de su forma orgánica; no sucede lo mismo con otros compuestos
inorgánicos. La falta de germanio puede provocar una deficiencia
en la oxigenación cerebral, alteraciones del sistema inmunitario,
disminución del contenido de oxígeno en los órganos, acumulación
de radicales libres y mayor tendencia a las infecciones.
Las mejores fuentes de este mineral las podemos hallar en
el ajo, el aloe vera, el ginseng, los champiñones y la borraja.
AMINOACIDOS
El
aloe aporta diecinueve de los veintidós aminoácidos que
necesita nuestro organismo, siete de los cuales son esenciales
y no podemos sintetizarlos por nosotros mismos, por lo que
hemos de recurrir a aportes externos. Son fundamentales
porque al combinarse formas las proteínas, esenciales para
la vida y muy necesarios para aquellas personas que tengan
una intensa actividad deportiva. También sirven, entre otras
funciones, de materia prima en la obtención de otros productos
celulares, como hormonas y pigmentos. Tanto los aminoácidos
esenciales como los no esenciales, intervienen en la formación
de enzimas neurotransmisores (mensajeros químicos), anticuerpos
y transportadores de nutrientes. Los aminoácidos esenciales
son: histidina, isoleucina, leucina, lisina, metionina,
fenilalanina, treonina, triptófano y valina. Los no esenciales,
que nuestro organismo es capaz de produdir son: serina,
prolina, histidina (en origen considerada esencial en niños
y no esencial en adultos, aunque recientemente algunos estudios
dicen que puede ser también esencial en adultos), hidroxiprolina,
glutamina, glicina, L-arginina, alanina, ácido glutámico
y ácido aspártico. Existen dos aminoacidos más en el aloe
denominados semi-esenciales: tirosina y cisteína.
L-Arginina:
es esencial para el metabolismo de los músculos pues proporciona
un vehículo de transporte, almacenaje y excreción de nitrógeno.
La L-Arginina es un componente importante para la producción
y regeneración de los tejidos. Aparece altamente concentrado
en la piel y en los tejidos conectivos, y ayuda a eliminar
el amoniaco del cuerpo como parte del ciclo de la urea.
BCAA (Aminoácidos Ramificados en Cadena: L-Leucina, L-Isoleucina,
y L-Valina): el tejido muscular se compone en gran medida
de BCAAs, que son utilizados para la producción de energía
y para la síntesis de proteínas. Las BCAAs también actúan
en el metabolismo de los neurotransmisores, sustancias químicas
naturales del cerebro, que influyen en el estado de ánimo
y en otras funciones mentales.
L-Carnitina:
la carnitina es realmente un dipéptido - un aminoácido compuesto
por dos aminos esenciales, la metionina y la lisina. La
L-carnitina es importante para el metabolismo de las grasas,
especialmente en las células del corazón y de los músculos.
También es necesaria para el transporte de ácidos grasos
de cadena larga a las mitocondrias, donde los ácidos son
oxidados y quemados para la producción de energía. L-Cisteína:
es un aminoácido portador de azufre con propiedades antioxidantes.
Es importante en la síntesis de la queratina, proteína que
se encuentra en la piel, el pelo y las uñas. También juega
un papel en el metabolismo de la energía y en la síntesis
de los ácidos grasos.
L-Fenilalanina:
es un precursor de la tirosina, que se utiliza en la producción
de ciertas hormonas (epinefrina, norepinefrina, dopa, dopamina)
y se absorbe mejor que la tirosina. La L-fenilalanina es
importante para la producción de los mensajeros químicos
del cerebro denominados neurotransmisores.
DLPA
(D,L-Fenilalanina): la DLPA es una mezcla de la forma natural
de la fenilalanina (la forma L) con su imagen en el espejo
(la forma D). La DL-fenilalanina puede tener la capacidad
única de bloquear ciertas enzimas (la encifalinasa) en el
sistema nervioso central, enzimas normalmente responsables
del colapso de las hormonas semejantes a la morfina, llamadas
endorfinas y encefalinas.
Glicina:
es un antiácido y endulcorante natural que actúa en la síntesis
del ADN, los fosfolípidos y el colágeno. La glicina también
ayuda a guardar glucosa para la producción de energía aumentando
la cantidad almacenada de glucógeno.
L-Glutamina: una fuente importante de energía para el cerebro
y todo el cuerpo, se encuentra en el cortex cerebral y en
varias zonas del cerebro. La concentración de glutamina
en la sangre es tres o cuatro veces mayor que la de todos
los demás aminoácidos. El cuerpo lo transforma en ácido
glutámico. También se ha demostrado que la L-glutamina es
esencial para la función inmune sana.
L-Glutatión:
péptido portador natural de azufre, formada por la unión
de tres aminoácidos: al ácido glutámico, la cisteína y la
glicina. Actúa como antioxidante y desintoxicante, y también
participa en el transporte de aminoácidos a través de las
membranas celulares. L-Histidina: los niños y los adultos
pueden sintetizar algo de histidina en sus cuerpos, pero
la mayoría de la histidina procesada en el cuerpo procede
de la dieta.
La
L-histidina es importante para el crecimiento y la reparación
de los tejidos.
L-Lisina: es importante para el crecimiento, la reparación
de los tejidos, y la producción de hormonas, enzimas y anticuerpos.
Las últimas investigaciones están dirigidas al posible papel
beneficioso de la L-lisina contra los virus de los herpes.
La L-lisina se encuentra en grandes cantidades en el tejido
muscular. L-Metionina: es un aminoácido que contiene azufre,
con propiedades antioxidantes.
La
L-metionina es importante para la salud de las uñas y la
piel, y para la sínteses de la taurina, la L-cisteína, la
fosfatidilcolina (lecitina), la bilis, la L-carnitina y
las endorfinas.
L-Ornitina:
combinada con la L-arginina, ambas influyen en las hormonas
del crecimiento y son necesarias para una función adecuada
del hígado y del sistema inmune. Taurina: es un compuesto
simple que contien azufre, y además, es uno de los aminoácidos
mas abundantes en el cuerpo. Juega una variedad de papeles
en el funcionamiento normal del cerebro, el corazón, la
vesícula biliar, los ojos y el sistema cardiovascular. Básicamente
su función consiste en facilitar el paso de iones de sodio,
potasio y magnesio dentro y fuera de las células, y estabilizar
eléctricamente las membranas celulares. La taurina es un
aminoácido esencial en los recién nacidos y el feto porque
no la pueden sintetizar. L-5
Hidroxitriptofano
(5-HTP): el 5-HTP es un aminoácido que ocurre de forma natural
y que se encuentra en pequeñas cantidades en comidas proteicas.
Es un derivado del aminoácido esencial L-triptofano y es
el precursor del neurotransmisor serotonina.
Tirosina:
es un componente de los amino azúcares y amino lípidos proteicos
que tiene unas funciones muy importantes en todo el cuerpo.
Es muy importante para la nutrición cerebral porque es un
precursor de los neurotransmisores- dopamina, norepinefrina
y epinefrina. También forma una parte importante de péptidos
tales como las encefalinas, que sirven para aliviar el dolor
en el cerebro. También es el precursor de ciertas hormonas,
como la tiroides y los catecolestrógenos (sustancias químicas
que son al mismo tiempo estrógenos y catecolaminas) y del
pigmento humano mas importante, la melanina.
ENZIMAS
Son
sustancias proteínicas que posibilitan importantes reacciones
bioquímicas en el organismo, como la digestión de grasas
y proteínas, como es el caso de la lipasa y la proteasa;
o actuar sobre la inflamación de tejidos, favoreciendo la
cicatrización y produciendo un efecto analgésico, como la
carboxipeptidasa. Las enzimas sirven también para construir
o destruir biomoléculas necesarias para el crecimiento y
mantenimiento celular, constituyen asimismo un factor de
penetración que favorece la absorción rápida de determinadas
sustancias, acelerando procesos como el de cicatrización,
coagulación, regeneración celular…. Las enzimas se pueden
encontrar en todos los órganos del cuerpo; por ejemplo,
están presentes en la boca (saliva), estómago (jugo gástrico)
e intestinos (jugo pancreático, jugo intestinal y mucosa
intestinal) y pueden convertir almidones, proteínas y azúcares
en sustancias que el cuerpo puede digerir.
MONO
Y POLISACÁRIDOS
Son
responsables de muchos de los efectos terapeúticos del aloe.
Se trata de glúcidos, hidratos de carbono simples (monosacáridos),
tales como la glucosa, manosa o galactosa; o bien complejos,
constituidos por largas cadenas de azúcares simples, tales
como el glucomanano o el acemanano. Protegen las paredes
del estómago y el intestino, aumentan las defensas y mantienen
hidratados los tejidos. Tienen además un importante valor
nutritivo y energético. Entre todos los polisacáridos conviene
destacar la acción del acemanano, un potente germicida,
fungicida y bactericida, pues se ha demostrado que además
fortalece el sistema inmune y tiene un efecto antitumoral,
cumpliendo una tarea vital en la prevención y tratamiento
de enfermedades muy graves como algunos tipos de cáncer,
SIDA o esclerosis múltiple.
ANTRAQUINONAS
Son
laxantes naturales y potentes antibioticos y antivirales.
Las principales antraquinonas del aloe son: La aloina: con
propiedades laxantes y analgésicas. La aloemodida: además
de laxante es muy eficaz en la lucha contra las infecciones,
es bactericida y fungicida. Por medio de determinadas reacciones
orgánicas genera acido salicílico, siendo este último el
componente de la aspirina, de ahí su efecto calmante y febrífugo
El ácido aloético: tiene acción bactericida y antivírica,
neutraliza las toxinas bacterianas. El ácido cinámico: con
cualidades fungicidas (para los hongos) y es un potente
limpiador. Resulta especialmente indicado para descoponer
tejidos necroticos (muertos) y como calmante del dolor.
El ácido crisofánico. Regulan la actividad intestinal actuando
directamente sobre la musculatura lisa del colon y dificultando
la reabsorción de agua. Es un derivado de la emodina de
aloe, se emplea en el tratamiento de las enfermedades de
la piel, por ejemplo en la psoriasis, contra los hongos
cutáneos. Es un poderoso fungicida para la piel. Aceite
etéreo: posee las misma cualidades que el éter, pero no
su toxicidad. Resistonoles: alcoholes que derivan del acido
cinámico, tiene propiedeas bactericidas.
SAPONINAS
Son sustancias vegetales solubles, detergentes naturales
con propiedades antisépticas y antibióticas. La propiedad
más importante del Aloe Vera en la piel en relación con
la desobstrucción de los poros son las propiedades saponificadoras
de la combinación aminoácidos/polisacaridos, que transformasn
los depositos grasos que obstruyen los poros en sustancias
jabonosas de fácil eliminación con el aseo cotidiano. Una
de las sustancias más activas del Aloe en la saponificación
es el ácido urónico, que reacciona con las sustancias grasas
transformandolas en sustancias fácilmente solubles en agua.
Esta limpieza de los poros facilita el intercambio de agua,
produciendose una hidratación de la piel, por eso el Aloe
se la califica como humectacte natural, en realidad es un
poderoso astringente que tiene la propiedad de limpiar en
lo más profundo, llegando a las tres capas de la piel, ya
que la desobstrucción de los poros y conductos glandulares
hace que sus agentes activos penetren con mayor facilidad
hasta la capa más profunda.
ESTEROLES
Son
componentes esenciales de las membranas celulares de las
plantas y su estructura es parecida a la del colesterol,
que también es un esterol, como su nombre indica, pero de
origen animal. Se ha demostrado que los esteroles vegetales
tienen la facultad de inhibir la absorción de colesterol,
reduciendo de esta forma el riesgo de padecer enfermedades
coronarias. Asimismo los esteroles son potentes antiinflamatorios
naturales. Destaca el lupeol, con propiedades analgésicas,
antisépticas y purificadoras. LIGNINA La lignina es un polímero
natural que permite gran número de transformaciones químicas.
Su principal característica es que puede penetrar hasta
las capas más profundas de la piel, potenciando el efecto
del resto de las sustancias que componen el aloe. Esa gran
capacidad de penetración la convierten en un remedio eficaz
contra las afecciones agudas de estómago e intestinos. También
se ha demostrado que actúa como protector hepático y antiviral,
siendo especialmente útil contra la hepatitis B.
4.- Aplicaciones y usos terapeuticos
La
planta de aloe vera se utiliza para resolver muchos problemas,
principalmente los relacionados con la piel, aunque no todos.
Aquí presentamos ordenados alfabéticamente
algunas de sus aplicaciones terapeuticas más importantes.
ACIDEZ DE ESTÓMAGO
El aloe normaliza el pH, reduce la acidez de estómago
y favorece el equilibrio de las bacterias gastrointestinales.
Además, la aloemodina actúa sobre la mucosa
intestinal, regulando su correcto funcionamiento.
ANTIENVEJECIMIENTO
Al aloe se le atribuyen propiedades rejuvenecedoras, ya
que tiene una gran capacidad de aumentar la producción
de células fibroblásticas, que se encuentra
en la dermis y son las responsables de la formación
de colágeno, además de aportarle protinas,
que mantienen la piel tersa y flexible. Al acelerarse la
producción de colágeno se atenúan las
arrugas existentes y se reduce la aparición de otras
nuevas.
ARTRITIS
Y REUMATISMO
La artritis es una inflamación que afecta a las articulaciones,
provocando rigidez y dolor intenso. En algunas ocasiones
aumentan el líquido sinovial, que lubrica las articulaciones,
lo cual provoca hinchazón e impide la libertad de
movimientos.
El reumatismo es un trastorno inflamatorio que afecta los
tejidos blandos, ligamentos, tendones y músculos
que rodean las articulaciones.
La capacidad enzimática del aloe vera favorece la
completa digestión de los nutrientes, evitando la
formación de sustancias no digeridas, responsables
de la reacción antígeno-anticuerpo, muy común
en la mayor parte de los procesos reumáticos y artríticos.
Además, el ácido acetilsalicílico que
se encuentra en esta planta contribuya en gran medida a
reducir el dolor y la inflamación que provocan los
procesos reumatoides o artríticos.
ASMA
El asma es un problema respiratorio que suele ir acompañado
de bronquitis. Durante una crisis asmática el enfermo
siente una gran dificultad para respirar y suele sentirse
sofocado, con el pecho oprimido y cargado, y ha de toser
a fin de liberarse de esa mucosidad. El aloe tiene un efectro
broncodilatador y ayuda a aliviar con rapidez estos síntomas.
Pero también es inmunomodulante y antiinflamatorio,
por lo que reduce los síntomas del asma alérgico.
CAÍDA
DEL CABELLO
El estrés, una mala dieta, los trastornos hormonales
o el mal uso de los cosméticos capilares hacen que
vayan aumentando de forma importante entre la poblaciónlos
problemas relacionados con la caída del cabello,
y cada vez más personas acuden a las consultas de
los dermatólogos. El aloe es una solución
muy efectiva, ya que tiene una composición similar
a la queratina, y la composición de sus complejos
de aminoácidos es idéntica a la del folíclo
del cabello. Además ejerce una acción bactericida
y fungicida que elimina la seborrea, mientras que su acción
enzimática arrastra las células muertas del
cuero cabelludo.
CICATRIZACIÓN
DE HERIDAS
El aloe permite una cicacitración más rápida
(hasta un 50%) sin que se formen queloides, ya que reconstruye
los tejidos, sin impedir mientras tanto, que el oxígeno
llegue a la herida.
COAGULANTE
Su contenido en calcio, potasio y celulosa hace que el aloe
provoque en las lesiones una red de fibras que aseguran
las plaquetas de la sangre, ayudando a que coagulen y cicatricen.
COLESTEROL
Consumido habitualmente en forma de jugo, esta planta medicinal
puede reducir los niveles de colesterol, gracias a que contiene
ingredientes que lo emulsionan y facilitan su eliminación
del organismo. Según algunos estudios, una dosis
diaria de jugo de aloe puede disminuir el nivel de colesterol
en la sangre entre 12 y 14 puntos.
DIENTES
El aloe tiene una acción bactericida sobre la placa
dental, reduce su proliferación y permite una limpieza
profunda de los dientes.
DIGESTIÓN
Esta planta es muy rica en las enzimas de la digestión,
y rehidrata y regenera el aparato digestivo, neutraliza
el pH (como agente alcalinizador) y estimula la flora bacteriana,
mejora la absorción de las sustancias nutritivas
y la destrucción de los residuos. Elimina asimismo
las flatulencias que pueden producir los residuos gástricos.
DOLOR
Tiene un efecto sedante gracias a su contenido en analgésicos
naturales, por sus propiedades antiinflamatorias y su capacidad
de penetrar en las capas más produndas de la piel.
HIDRATANTE
Es un humidificador perfecto para la piel, por una parte
gracias a su capacidad de trasportar nutrientes y humidificar
todas sus capas facilitando su total absorción; por
otra parte debido a la acción de los polisacáridos,
que ejercen un efecto barrera, impidiendo la pérdida
de agua natural de la piel.
HIPERTENSIÓN
Según algunos autores, el consumo continuado de aloe
vera normaliza la tensión arterial en pocas semanas.
MANCHAS
El aloe se emplea como tratamiento contra la hiperpigmentación
cutanea (manchas en la piel), habitual en personas de edad
avanzada y cada vez más entre los jóvenes
que se han expuesto demasiado al sol. Elimina la acumulación
de melanina causante de las manchas oscuras. Para conseguir
este efecto no es necesario acudir al gel, basta con con
aplicar directamente la hoja de aloe sobre la piel.
PIEL
Además de sus acciones hidratante, antiséptica,
antibiotica y antibacteriana, el gel de aloe vera aumenta
hasta en 8 veces la producción de las células
responsables del colágeno natural. Todas estas propiedades
favorecen la regeneración celular y, por este motivo,
esta planta encuentra aplicaciones en la cura de problemas
de distinto tipo: acné, psoriasis, dermatitis, celulitis,
ezcemas, , hemorroides, arrugas, verrugas...
PROTECCIÓN
CONTRA RAYOS UVA
Los rayos ultravioleta alfa (UVA) son los principales responsables
de las quemaduras solares que, a corto plazo pueden provocar
dolor y, con el tiempo, el envejecimiento e, incluso, cáncer
de piel. El arma principal que tiene el cuerpo para defenderse
de las radiaciones UVA es el pigmento de la piel, la melanina,
que actúa como una barricada, absorbiendolos y dispersándolos.
Que el color de una persona sea oscuro, se explica porque
existe más melanina en las capas exteriores de su
piel, aunque esto no le garantiza una protección
total frente al efecto del sol. Muchos de los filtros solares
que existen en el mercado contienen componentes que dispersan
los rayos UVA de un modo similar a la melanina. Algunos
de ellos incluyen aloe vera para hidratar la piel seca y
dañada, y formar una pantalla protectora contra ellos.
PSORIASIS
La psoriasis es una enfermedad de origen aún desconocido
que, curiosamente, se da en todos los países del
mundo. Se caracteriza por la aparición de manchas
circulares de piel escamosa, rosadas o de color rojo amoratado.
Se localiza sobre todo en la zona de las rodillas y los
codos y, a veces, en el cuero cabelludo o en la parte superior
de la frente. En contadas ocasiones aparece en el rostro.
Uno de los principales problemas de esta enfermedad es que,
en el momento en que aparece, tiende a persistir durante
mucho tiempo y es extraordinariamente difícil de
curar, aunque no es contagiosa. Todos los tratamientos existentes
en la actualidad son, en el mejor de los casos, simples
paliativos y algunos, como los corticoides, suelen tener
numerosos efectos secundarios.
Hace algunos años que los médicos están
tratando esta afección con cremas de aloe, combinadas
con el consumo interno de éste y una dieta equilibrada
(con exclusión absoluta de alimentos procesados,
azúcares y grasas animales) reforzada con complejos
vitamínicos y antioxidantes.
QUEMADURAS
La eficacia del aloe vera para tratar las quemaduras es
debida a tres factores que actúan de forma conjunta.
En primer lugar los componentes de la planta tienen una
estructura como la del ácido acetilsalicílico
(aspirina) que, combinado con el magnesio, también
presente en esta planta, producen un efecto anestésico
en la zona tratada. En segundo lugar, cubre un amplio espectro
antimicrobiano, lo cual favorece la asepsia de la quemadura
y evita su infección. Y, finalmente, actúa
sobre el mecanismo de las prostaglandinas, a través
del cual la célula mantiene su integridad.
El aloe vera acelera el proceso de curación de las
quemaduras, estimula el crecimiento de células sanas
de la piel y limita la producción del tejido de las
cicatrices. Aunque se desconoce la explicación de
este mecanismo, diversos estudios han constatado que el
aloe produce una regeneración tan rápida en
el organismo, que nuevas células cutáneas
de la epidermis se cierran alreddor de la zona afectada
sin producir costra ni cicatriz. El cuerpo sigue produciendo
una protección semejante a una costra, pero esta
no tiene una textura gruesa y áspera. Por debajo
de ella se encuentra el tejido cutaneo sano y no el tejido
queratinizado, ni el de una cicatriz.
SEBORREA
Combate la seborrea principalmente en virtud de su acción
antibacteriana y fungicida.
TÓNICO
Y RECONSTITUYENTE
En función del gran caudal de nutrientes que aporta
el jugo de esta planta, puede emplearse sólo como
tónico y reconstituyente, siempre que se haya eliminado
cuidadosamente la aloina. Son muchas las personas que beben
jugo de aloe como prevención o como desintoxicante
natural. Además, al tener 8 calorías por cada
28 gramos de zumo, también resulta adecuado para
aquellas personas que siguen dietas de adelgazamiento.
TORCEDURAS
Y ESGUINCES
Las cremas de aloe son muy populares entre los deportistas
que se dedican al atletismo, y muchos entrenadores utilizan
gel de aloe mezclado con aspirina para tratar el dolor y
los derrames periféricos relacionados con las torceduras
y esguinces. Al parecer, el extraordinario poder de penetración
de la planta introduce rápidamente la aspirina a
través de la piel, facilitando su paso a la corriente
sanguínea. Al unirse los efectos analgésicos
y antiinflamatorios de la aspirina y el aloe, el resultado
es rápido y eficaz.
ÚLCERAS
BUCALES
El aloe se emplea para tratar gingivitis, úlceras
bucales, ampollas y hermes simple. El gel reduce el dolor,
el sangrado y la inflamación, al mismo tiempo que
es bactericida, antiviral y fungicida. Se usa incluso para
combatir el sarro, pues inhibe el crecimiento del streptococus
mutants, bacteria responsable del mismo. El fosfato
de manosa, uno de los ingredientes del gel, actúa
como agente de crecimiento de los tejidos y se ha comprobado
su efecto cicatrizante sobre distintos tipos de úlceras,
especialmente las bucales.
VARICELA
El uso tópico del gel de aloe calma el prurito, desinfecta
y cicatriza sin producir queloides.
5.- El aloe vera en la Historia
Aunque
no ha podido constatarse, lo más probable es que el aloe
se usara ya en la prehistoria. Si consideramos que durante
el paleolítico el hombre basaba su supervivencia en los
productos que tomaba de la naturaleza resulta verosímil
pensar que, observando la asombrosa capacidad de autocuración
y cicatrización que posee esta planta, sintiese el impulso
de utilizarla para curar y cicatrizar sus propias heridas.
Los primeros testimonios fidedignos sobre el conocimiento
del aloe por parte de la humanidad los encontramos en Egipto.
Datan aproximadamente del 3000 a. de C., son representaciones
pictóricas que adornan algunas tumbas y monumentos funerarios.
Existen dibujos en los que se representa la planta del aloe
atribuidos a un pintor de corte que vivió durante la dinastía
del primer emperador chino, Fu-Hsi, hacia el 2700 a. de
C.
La
noticia epigráfica más antigua que se conserva sobre el
uso medicinal del aloe vera aparece en unas tablas de arcilla
cocida que proceden de Sumeria, fueron escritas hacia 2100
a. de C. y en ellas se describen mediante signos cuneiformes
las propiedades laxantes de la planta.
A
pesar de que el aloe se cita en textos anteriores, como
los códices del emperador Shon-Nung (hacia el 1800 a. de
C.), o algunas tablillas babilónicas de esa misma época,
se considera el papiro Ebers o El Libro Egipcio de los Remedios
( 1550 a. de C. ) como el primer compendio médico en el
que aparecen fórmulas para la fabricación de elixires con
el zumo de aloe.
Hacia
el 700 a. de C., el Ayurveda hindú, también dedicado a la
medicina natural, atribuye al aloe propiedades curativas
en dolencias relacionadas con el hígado y los aparatos digestivo
y respiratorio; y aplicado de forma externa para curar quemaduras,
heridas, herpes, cortes… Sabemos que, además, a partir del
siglo VI a. C. se usaba en la India para acondicionar el
cabello y mejorar el aspecto de la piel. Los hindúes creían
que la planta del aloe vera crecía en los jardines del Edén
y la llamaron "la curadora silenciosa ".
Los
médicos tradicionales de la antigua China la consideraron
como una de las plantas con mayores propiedades terapéuticas
y la llamaron "el Remedio Armónico ". Entre los códices
más antiguos figura el Libro de las hierbas medicinales,
una auténtica enciclopedia escrita en 10 tomos en la que
se aconseja aplicarse aloe como un eficaz remedio contra
quemaduras, esguinces, torceduras, heridas, picaduras y
todo tipo de lesiones externas. Asimismo se recomienda su
ingestión para tratar afecciones renales, hepáticas, digestivas
y como laxante, reconstituyente y tónico general.
En el siglo V a. de C., el griego Hipócrates (460-377 a.
de C.), padre de la medicina moderna, alude en numerosas
ocasiones al aloe en su Canon de Medicina, una gran enciclopedia
médica de la que conservamos algunos tomos. Hipócrates revolucionó
la medicina gracias sobre todo a la modernidad de su ideario,
pensaba que "en la naturaleza había un remedio para cada
enfermedad" y que no existía una dolencia tan grave que
no tuviera cura, pues "para grandes males, grandes remedios".
Hipócrates recoge en sus escritos el uso del aloe para tratar
quemaduras, picaduras de insectos, heridas…, Un siglo más
tarde, sin duda inspirado en el canon de Hipócrates, Teofrasto
incluye en su Tratado de las causas de la vegetación todas
estas aplicaciones del aloe vera y añade algunas otras.
Algunos autores sostienen que fue Teofrasto (384-287 a.
de C.) quien sugirió a Aristóteles la conveniencia de aprovisionarse
con grandes cantidades de esta planta para tratar las heridas
que las tropas de Alejandro Magno sufrían durante sus innumerables
conquistas. Según la leyenda, unos de los motivos de su
expedición a la India fue precisamente la conquista de la
isla de Socotra, en la costa este africana, al sur de Arabia.
Esta isla era el principal centro de producción de Aloe
y la base de todo comercio fenicio con esta planta. Con
la conquista de Socotra, Alejandro Magno se aseguraba una
provisión permanente de Aloe para curar las heridas de sus
soldados.
Ya
en el siglo I de nuestra era, el botánico y médico griego
Dioscórides (41-90 d. de C.) se refiere al aloe en su De
materia medica, atribuyéndoles propiedades purgantes, preventivo
de infecciones, fortalecedor del estómago e intestinos,
calmante del dolor y eficaz en el tratamiento de llagas,
quemaduras, hemorroides, cortes, alopecia, ezcemas… Sitúa
asimismo el origen de la mayoría de las especies de aloe
en África, distanciandose así de Teofrasto, que lo creía
oriundo del lejano oriente. La obra de Dioscórides ejerció
una enorme influencia en el mundo árabe, donde se difundió
extensamente, gracias a ello el aloe goza hoy de una merecidísima
buena fama en el mundo musulmán.
Al
mismo tiempo, en el imperio romano surge la figura de Plinio
el Viejo (23-79 d. de C.), autor de un extenso tratado titulado
Naturales Historia, donde recoge y amplía muchas de las
recetas de Dioscórides. Plinio atribuye al aloe la curación
de úlceras, llagas, quemaduras, heridas…, no obstante, al
igual que hizo Heródoto con algunos episodios de su Historia
para los que no tenía fuentes, fabuló y superpuso supersticiones
y creencias mágicas a ideas científicas, aunque sin abandonar
el sentido común ni la casuística, ya que basó muchos de
sus remedios en el ensayo y la observación.
Galeno
(129-200 d. de C.) fue el último gran médico de la Antigüedad
que se ocupo del aloe en su obra, Ars Medica, basada en
el concepto hipocrático de que todas las respuestas a las
enfermedades humanas estaban en la naturaleza.
En
muchas regiones del sur de África, como el Cabo de Buena
Esperanza, Etiopía y Somalia se usaba el aloe desde tiempos
inmemoriales para lavar el cuerpo y los cabellos. Con lo
que conseguían una eficaz protección contra el sol y un
fantástico repelente de todo tipo de insectos, lo usaban
asimismo para eliminar su olor corporal cuando iban de caza
y para curarse todo tipo de heridas.
Con
la llegada del cristianismo, las sagradas escrituras citan
de nuevo el aloe a través de San Juan:
"También
fue Nicodemo, el que había ido de noche a ver a Jesús, llevando
unas cien libras de mirra perfumada y áloe. Tomaron el cuerpo
de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los aromas, según
la costumbre de enterrar de los judíos." (Jn 19, 39-40)
Aunque el historiador Flavio Josefo (37- 95 d. de C.) aclara
en su obra Antigüedades Judías que ese aloe de la Biblia
es una variedad de agaloco, llamado antiguamente "palo de
aloe", y que usaba en sahumerios y carpintería:
"…Se
lavaba el cuerpo con agua de nardos, incienso, clavo y palo
de aloe, pero no el que resulta de machacar las hojas de
la planta, sino el que procede de la India y los griegos
llaman agaloco, de perfume exquisito…"
A
partir del siglo VIII, los árabes, conocedores de las virtudes
de esta planta a través de Dioscórides y a la que ellos
llamaban "Lily del desierto ", la usaban tanto de forma
interna como externa.
Durante
la Edad Media, y bajo el dominio musulmán, existían en Al-Andalus
grandes plantaciones de aloes, entusiastas propagadores
del uso medicinal del acíbar, que utilizaban a menudo como
purgante. A ellos debemos la difusión del aloe en Europa,
y especialmente en España y la cuenca mediterránea, donde
se impuso además como planta ornamental.
En
el siglo X, el filósofo médico persa Avicena (ibn Sina)
estudió y desarrolló remedios elaborados con plantas medicinales,
entre ellas el aloe, del que dice que es especialmente eficaz
para tratar las afecciones oculares y la melancolía (sic).
En
el siglo XII el médico italiano Matteo Plateario escribe
el Liber de simplice medicina, uno de los tratados medievales
más rico y detallado sobre las propiedades curativas de
plantas y minerales. En él habla del aloe como una planta
mágica que crecía en Babilonia, desde donde se repartía
por todo el mundo a través de sus ríos. También en el siglo
XII, el médico cordobés Averroes, cita el aloe en su obra
médica para tratar algunas dolencias. En esta época Al-andalus
es el principal foco de cultura y ciencia, de allí proceden
algunos de los mejores médicos de la época (Arib ibn Said,
Abulcasis, Al gafiqi, Isaac… ), y es notable la presencia
del aloe en todos los herbarios.
Durante
toda la Edad Media el aloe siguió formando parte del acerbo
cultural, a pesar de que algunos textos grecolatinos se
perdieron o fueron mal traducidos, el aloe se siguió utilizando
como tónico estomacal, purgante, cicatrizante, desinfectante…
Se dice que los templarios tomaban un bebedizo a base de
cáñamo, vino de palmera y pulpa de aloe cocidos al que llamaban
"elixir de Jerusalén", y al que atribuían su buena salud
y su longevidad.
Aunque
hasta finales del siglo XV y principios del XVI no se desarrolla
la botánica como una ciencia propiamente dicha, el cultivo
de plantas medicinales está documentado ya en el siglo XIII.
El invento de la imprenta difundió la nueva ciencia por
todo el mundo. También Colón, en sus viajes a América, observó
como utilizaban el aloe en distintas islas del Caribe parar
curar ampollas, heridas y picaduras de insectos:
"Cuatro son los alimentos que resultan indispensables para
el bienestar del hombre: el trigo, la uva, la oliva y el
aloe. El primero lo alimenta, el segundo levanta su ánimo,
el tercero le aporta armonía y el cuarto lo cura" (Cristóbal
Colón, 1451-1506).
Esto demuestra que el aloe existía también en el continente
americano y no llegó allí con la conquista, como se ha afirmado
alguna vez. El aloe forma parte de las tradiciones indígenas
americanas, se conocía desde tiempos inmemoriales y tenía
una gran importancia curativa y espiritual, tanto para los
indios que habitaban el centro de México como para la civilización
Maya.
Sin
embargo, tras la conquista de América, fueron los jesuitas
españoles los que más contribuyeron a su expansión por todo
el continente. Llevaron el conocimiento del aloe a los distintos
lugares de América donde establecían sus misiones. De esta
manera extendieron su cultivo y utilización por toda América.
Introdujeron la planta en puerto Rico, en Jamaica y, probablemente,
también en Barbados, de la que procede su nombre científico,
Aloe Barbadensis. Hay también evidencias de que fueron los
jesuitas quienes llevaron el aloe a las Antillas holandesas
e incluso a Filipinas.
En el siglo XVI Paracelso se refiere al aloe en su Botánica
Oculta de la siguiente manera "…misterioso y secreto el
aloe, cuyo jugo de oro cura las quemaduras y los envenenamientos
de sangre".
No obstante, ya se por la desaparición de la cultura árabe
en el viejo continente, o por lo poco propicio de su clima
para cultivar el aloe, durante el Renacimiento cayó casi
en desuso y su consumo se ciñó al polvo concentrado que,
proveniente de los países tropicales, se usaba como laxante.
En Europa el aloe perdió su fama de planta curativa y en
muchos casos sus virtudes se consideraron más un mito que
algo real, pues al utilizar la planta que venía de climas
más cálidos este llegaba mermado en sus propiedades y apenas
tenía efecto. Este fenómeno fue básicamente Europeo, pues
en las costas mediterráneas, norte de Africa, Medio Oriente,
América y la India siguió cultivándose y usándose profusamente.
En estas zonas podían utilizarse las hojas frescas y el
aloe resultaba realmente efectivo ya que, debido a su rápida
oxidación, debía consumirse rápidamente..
Durante
la Segunda Guerra Mundial se redescubrió el valor terapéutico
del aloe y ha sido en nuestros días cuando sus propiedades
se han probado clínicamente.
Curiosamente, el primer logro del aloe en su reconocimiento
médico se produjo cuando aparecieron los primeros aparatos
de rayos X. Gracias a las investigaciones llevadas a cabo
por el doctor Collins y su hijo a partir de 1934 se comprobó
la extraordinaria eficacia de esta planta para curar las
quemaduras que, al principio, los rayos x producían a pacientes
y médicos. A partir de estas investigaciones, que se prolongaron
durante 20 años, el aloe recobró su popularidad y se recuperaron
muchas de las aplicaciones perdidas durante la Edad Media
y el Renacimiento, diversos estudios, principalmente en
Estados Unidos y la antigua URSS demostraron las propiedades
curativas del aloe en dolencias tales como úlceras, eczemas,
quemaduras y un amplio espectro de enfermedades cutáneas.
En 1964 Salisbury y Lorezzeti demostraron que el aloe inhibía
la acción de algunas bacterias, como la salmonena o el estafilococo,
causantes entre otras afecciones de los forúnculos o la
fiebre tifoidea.
En la década de los sesenta varios médicos americanos demostraron
que el aloe inhibía el desarrollo de gran variedad de microbios
causantes de diversos tipos de infecciones; en Japón se
demostraron sus propiedades antiinflamatorias y en 1970
el farmacéutico Bill Coats consiguió separar la aloína de
la corteza y estabilizar el gel tomado de la hoja añadiendole
vitamina C (ácido ascórbico), vitamina E (tocoferol) y sorbitol,
lo que masificó el uso del aloe y creo una industria asociada
a esta planta.
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